gastronomía y buena vida

14 de octubre de 2015

Tatel, más que el restaurante de moda en Madrid...

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Desde hace unos años la capital vive un ‘boom’ gastronómico (que algunos califican de burbuja, y ya se sabe lo que pasa cuando la burbuja explota) que ha posibilitado la apertura de multitud de locales de todos los colores, estilos y precios. La competencia ha obligado a muchos clásicos a ponerse las pilas, lo que nos ha dibujado un Madrid muy apetecible. Muchas inauguraciones, mucha calidad en los platos, muchas personas con ganas de ser sorprendidos. Afortunadamente, bastantes de los nuevos establecimientos se consolidan pero muy muy pocos alcanzan una notoriedad como la de Tatel, un restaurante del que se hablaba antes de abrir sus puertas y que varios meses después sigue  llenando todos los días. El título, honorífico y efímero, de ‘restaurante de moda’ de Madrid ahora mismo es suyo.


Sólo con una importantísima cantidad de dinero se podría montar algo así en uno de los lugares más exclusivos de España. En los números 36-38 del Paseo de la Castellana, rodeado de edificios de oficinas y a un paso de la calle Serrano y del barrio de Salamanca, se encuentra Tatel, puesto en marcha gracias a la inversión, entre otros, de deportistas como Pau Gasol, Rafael Nadal o Rudy Fernández. Contar con estos ‘padres’ aseguró el foco de los medios en la inauguración y desde entonces Tatel se relaciona con ellos. La jugada de marketing es perfecta.


La decoración del local es impresionante. La obra del estudio italiano ILMIODESIGN logra el objetivo de que mires hacia todos los lados con la boca abierta. Mientras tanto, suena la música, cuanto más tarde llegues más alta. Una DJ en una cabina digna de un gran club nocturno se encarga de ello. Tatel no es lugar para una cena íntima y tranquila al uso: si van una noche con espectáculo en vivo una cantante puede pasar junto a su mesa micrófono en mano, estropeando quizá una petición de mano. Avisados quedan.


Visitamos Tatel una noche de jueves, más bien tarde –a las 22.30 teníamos la reserva-. El restaurante está de ‘No hay billetes’ pero tras una breve espera estamos en nuestra mesa, ubicada en la denominada ‘terraza’, que no es tal. Rápidamente percibes que el equipo de sala es una máquina que funciona como un reloj suizo. Ya sentados, una camarera se presentó como la que nos acompañaría durante nuestra estancia en Tatel. Más alla del este detalle de cercanía, su servicio fue impecable.


Haber escuchado tanto sobre un restaurante te hace ver la carta de otra forma a la que lo harías si vas a un sitio desconocido. Decididos de antemano los segundos, nos dejamos aconsejar en los entrantes.
Optamos por el pulpo a la brasa con patatas y mojo rojo y huevos rotos con patata gallega y jamón Joselito, pero primero disfrutamos del aperitivo de la casa –paté de montaña- que, como podéis ver, viene así de bonito:





El pulpo braseado lo hemos comido muy rico en varios restaurantes de Madrid en ninguno como en El Filandón y el de Tatel está a la altura. Muy rica y suave la salsa mojo. Otro clásico de Madrid son los huevos rotos. Tener una materia prima de calidad no garantiza el éxito de un plato que parece sencillo pero en el que también se puede pinchar. ¿Qué se puede decir que no se sepa del, posiblemente, mejor jamón del mundo? Va a estar espectacular de cualquier manera pero si el acompañamiento son unas patatas así el resultado es extraordinario. ‘Nuestra’ camarera acertó en la recomendación.






En los principales traíamos la idea en la cabeza: una de las especialidades de la casa, milanesa San Román con trufa y huevo, y steak tartar. Sí, otro de nuestros habituales.
Por este último comenzamos. Corte sensacional, temperatura adecuada, buena cantidad, excelente sabor en su punto medio de picante. Opción recomendable.



Sí que es obligado apuntar que no es normal comer una milanesa como la de Tatel. La trufa le da un toque absolutamente sorprendente lo que, unido a una carne de primera calidad y un rebozado ligero y nada grasiento, hace de esta milanesa uno de los platos bandera del restaurante.



Llegado a este punto he de confesar que me dolió no ser capaz de pedir postre. Las propuestas de la casa sonaban extraordinarias pero estábamos llenos. El café cortado no lo perdoné, y me supo riquísimo, por cierto.

Conocido al fin Tatel podemos confirmar el buen nivel de su cocina, comandada por Nino Redruello (prestigiosísimo chef responsable de La Gabinoteca) y su extraordinario equipo humano. También, que el precio medio de la carta es superior al de otros restaurantes similares. La zona, el local y estar de moda se paga.



Si quieres repetir nuestra experiencia reserva mesa desde aquí...TATEL
 

TATEL MADRID


Paseo de la Castellana  36-38 (Madrid)


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